Nathaniel Hawthorne / Juan Sebastian Cardenas
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Sinópsis
Una bruja. Un espantapajaros. Y una de esas historias a las que Orson Welles llamaba ´inmortales´ (y nunca mejor dicho en este caso). Nathaniel Hawthorne era experto en el ´vaciado psicologico´ de sus personajes, algo que aproxima su literatura, sin duda, a algunos de los escritores modernos mas radicales, como sus grandes admiradores Melville, Kafka y Beckett. El otro elemento que hace de Hawthorne un contemporaneo nuestro es, por extrano que parezca, su debilidad por la alegoria: un umbral entre tiempos, una suerte de mecanismo que se afana por traer de vuelta un pasado condenado a la desaparicion y al olvido. El espantapajaros ocupa un lugar muy particular en la obra de Hawthorne. Se trata de una de las piezas mejor logradas de toda su produccion. Y lo es precisamente por el rigor con el que asume, y al cabo exaspera, sus premisas alegoricas: he aqui, ante el lector del siglo XXI, una estupenda vanitas, ese extrano genero de bodegon alegorico, tan popular en el Barroco, que juntaba en el cuadro objetos inanimados y efimeros con el fin de aleccionar al espectador sobre la fugacidad de la vida y la banalidad de los placeres mundanos. Pocos relatos encierran tan fertiles contradicciones como este. Pocos hay tan sugerentes.
